martes, 31 de mayo de 2011

Historia de un sapo extraviado

      El sábado 28 de mayo dos de nosotras, componentes del equipo de República de los Animales, decidimos ir en busca de fósiles marinos en nuestro pueblo, ya que éste estuvo mucho tiempo atras sumergido bajo el mar. De modo que, siendo previamente informadas por alguien del pueblo que había encontrado un diente de tiburón, nos pusimos en marcha hacia el terreno con la compañía de Kelly, la perra de María. Tras mucho tiempo de búsqueda bajo un sol abrasador, sólo encontramos algunas conchas, en su mayoría rotas. Cuando nos dispusimos a irnos, echando unos últimos vistazos a la zona, nos topamos con una especie de rana pequeña que raramente había sobrevivido a un sitio seco y caluroso. Fui a cogerlo, e inmediatamente la rana se orinó en mis manos ¬.¬... pero no me di por vencida y volví a cogerlo.

      Llegamos a casa de María y allí metimos a la rana en un taper ware con agua. Decidimos que me lo llevaría yo. María me acompañó a casa y allí buscamos información sobre qué tipo de rana o sapo era. Vimos una foto de una rana común que se parecía mucho al que habíamos encontrado. Más tarde, lo llevamos a la cocina, donde había muchas hormigas, e intentamos darle de comer las mismas, pero todos nuestros esfuerzos eran en vano. Finalmente, María tuvo que irse y yo me quedé sola con la supuesta rana, sin saber que hacer.

      Al mediodía, llegarían mis padres, de modo que debía pensar en lo que le iba a decir mi madre, que no está muy de acuerdo en acoger a más de un animal en casa. Pensé en varios discursos como "Mamá, tengo una sorpresa para tí. Como sé que te encantan las ranas, pues te he comprado una con mis ahorros. ¿No crees soy una buena hija?" o incluso "Mamá, deberías estar orgullosa de tu hija. He salvado un pobre ser vivo que luchaba por sobrevivir en un mar de calor y sequedad que iba a provocar su muerte tarde o temprano". Pero no, tuve que decir algo más simple: "Mamá, he traído una rana a casa". Quizás debería omitir la primera respuesta de mi madre, es un poco violenta. Al fin, me dio permiso para cuidar de él "temporalmente".

      Esa misma noche, fui a ducharme y dejé descuidadamente el taper ware abierto. Cuando volví, descubrí que ya no estaba, se había escapado, y posiblemente, perdido. Mis padres y yo lo buscamos como locos, y yo llegué a ponerme histérica. Busqué en un mismo sitio tres veces, me entraron ganas de llorar, perdí el apetito y las ganas de hacer cualquier cosa (soy así de sensible, ¿qué pasa?). Pasadas unas horas llegó mi madre acompañada de su fiel perro Mozart. Ni siquiera me di la vuelta para mirarla, pero de repente escuché el grito de mi madre. Me levanté deprisa y fui a ver lo que pasaba. Lo único que dijo mi madre, mientras sujetaba a Mozart fue: "Lara... Lo siento..." Pero entonces entró mi padre y cogió rápido a la rana. Mi madre había creído que Mozart se lo había comido, pero ahora estaba a salvo.

      El siguiente problema era cómo alimentarlo. Anteriormente, María y yo le habíamos ofrecido hormigas (más bien se lo tiramos al agua en el taper ware) pero no los quería. Entonces mi padre me dijo: "Lara, recuerda que no es un animal doméstico, no aceptará nada de lo que le des tú misma". Eso me dio una idea: cogí a la rana y me lo llevé a cazar hormigas. Si yo no podía darle  alimento, él mismo lo conseguiría por sus propios medios. El plan funcionó. Llegó a atrapar alrededor de unas 20 hormigas.

      A la mañana siguiente, mis padres me dijeron que debía deshacerme de la rana lo antes posible. Ahora que me había encariñado con ella... No sabía dónde podría dejarla de modo que tuviera una vida decente, y entonces recordé que María me había dicho que el profesor de Biología había buscado previamente una rana para tenerla en el laboratorio, como mascota de la clase. Esa era mi única posibilidad, así que en la mañana del lunes llevé a la rana en un taper ware, dentro de una caja de zapatos (por si las moscas) con la esperanza de que el profesor aceptara la rana. Tras poner algunas pegas al principio, como "no sé, no sé, hay que cuidarla, alimentarla,..." pero no tardó en aceptar a la ranita. Transcurridas unas horas, la ranita se había convertido en la mascota de la clase y ya tenía un nombre: Shakira (es porque al profesor de Biología le gusta la cantante Shakira) y la clase ya planeaba el nombre de la futura rana que tendría algún día y que sería novio de la primera: Piqué.

      Ya me iba sintiendo como una madre, que quería lo mejor para su hijo. Ya me hacía preguntas como: "¿Comerá bien mi ranita? ¿Estará cómoda en el nuevo terrario?" Al día siguiente, recibí una llamada de María anunciándome que nos habíamos equivocado de especie con la rana. No era una rana, sino un sapo. Los sapos son venenosos. o_0  Yo lo había tocado muchas veces con las manos... De modo que sólo me queda esperar a ver si me pasa algo... Pero supongo que si ahora estoy perfectamente es que no ha reaccionado ningún veneno conmigo.
   
                                                                                                                                             

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